En la orilla de un río, rodeada de ramas y cantos rodados, hay una muñeca abandonada que alguna vez hizo compañía a un niño. Su cabello exuberante se ha convertido en una maraña de fibras enredadas, y su rostro está descolorido y desgastado por los días a la intemperie. Sonríe, pero sus grandes ojos, que un día fueron espléndidos y radiantes, ahora están vacíos y melancólicos, como si hubiera estado sola durante demasiado tiempo. Botellas de plástico, bolsas vacías, neumáticos rotos, electrodomésticos, escombros y otros desechos rodean la figura, que parece perdida, resignada, fuera de lugar. Y mientras tanto, la corriente sigue su curso pendiente abajo, en silencio, ajena a los desechos que va tragando a su paso.
“ El agua y la tierra, los dos elementos esenciales de los que depende la vida,
se han convertido en cubos globales de basura
— Jacques-Yves Cousteau
El sol se desploma lentamente detrás de las montañas, pero la actividad en el suburbio no se detiene: en un descampado, entre las chabolas, un grupo de vecinos quema un montón de desechos. El humo se eleva en espirales hacia el cielo, impregnando el aire con un olor que se mezcla con el resto de olores de las cocinas abiertas y de la polución, creando una de las señas de identidad características del barrio. Tiempo atrás, el suburbio era el vertedero de la ciudad y solía atraer a chatarreros que, para subsistir, buscaban entre los residuos materiales reciclables. Aprovechando la proximidad de los desechos, los vagabundos instalaban los campamentos en las vertientes cercanas y, poco a poco, se estableció una comunidad informal. Las condiciones de vida son precarias, con viviendas improvisadas y un acceso casi inexistente a los servicios básicos. En ausencia de un sistema de recogida de desechos eficaz, quemarlos es la forma de deshacerse de ellos. He aquí un testimonio como otro de la infinidad de desafíos ambientales que enfrentan a diario muchas comunidades urbanas.
“ La producción mundial de residuos aumentará en un 70% hasta el 2050
— Organización de las Naciones Unidas par a la Agricultura y la Alimentación
Contenedores de basura (Cataluña)
La Organización de Naciones Unidas calcula que cada año se generan más de 2.000 millones de toneladas de residuos sólidos en el mundo, una cantidad que se ve amplificada por el consumo excesivo y la obsolescencia programada. La proliferación de materiales desechables, como plásticos, ha llevado a un incremento exponencial en los desechos sólidos. La vida media de un envase de plástico es de 15 minutos, pero necesita cientos de años para degradarse, y eso mismo ocurre con casi todos los productos desechables. El manejo inadecuado de estos residuos agrava problemas como la contaminación del agua, el aire y el suelo. Aunque el reciclaje y la economía circular ofrecen soluciones, su implementación es insuficiente frente al ritmo del consumo. La mayoría se incinera, se envía a los vertederos o, en el peor de los casos, se vierte directamente al medio. Cada año, hasta 12 millones de toneladas de plástico alcanzan los océanos, lo que supone aproximadamente el 80% de la contaminación marina a escala mundial.
Abordar esta crisis requiere educación, innovación y políticas que fomenten la reducción, la reutilización y el reciclaje, priorizando la sostenibilidad en todos los sectores. La solución pasa, por último, por un cambio estructural hacia una economía circular, donde los productos sean diseñados para durar más, repararse y reciclarse, junto con políticas y prácticas que promuevan la responsabilidad ambiental y el consumo responsable.
“ En la Unión Europea, sólo el 9% de los plásticos
y el 34% de los residuos orgánicos se reciclan
— Comisión Europea
