Payeses de Maramureş (Rumanía)
En un valle tranquilo y apartado de Maramureş, justo cuando el sol del atardecer tiñe el cielo de colores rojizos, dos hombres vuelven de los campos sobre un viejo carro de madera lleno de herramientas. Un caballo robusto, con paso lento, pero decidido, hace repicar las herraduras contra el suelo mientras estira el trasto. Conversan en voz baja, compartiendo pensamientos y algún chisme. Sus rostros están impregnados de cansancio, pero también de satisfacción por el esfuerzo del trabajo realizado. A lo largo del camino, saludan con un movimiento de cabeza a los vecinos que aún trabajan en los huertos, o a los que ya descansan tranquilamente en los porches de casa. He aquí la simplicidad de la vida rural, donde trabajar la tierra es la esencia de la comunidad, y donde de vez en cuando el esfuerzo se ve recompensado con una generosa cosecha. collita.
“ La agricultura extensiva produce el 80% de cultivos clave, como el trigo y el arroz
— Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura
A nivel mundial, la agricultura extensiva ocupa aproximadamente el 75% de la superficie agrícola, sobre todo en áreas amplias y poblaciones dispersas. Los sistemas extensivos utilizan grandes extensiones de terreno para cultivar, y dependen en gran medida de las condiciones naturales del medio como el clima o la calidad del suelo. En comparación con los sistemas intensivos, los agricultores utilizan hasta un 50% menos de fertilizantes o pesticidas, utilizando técnicas que no requieren grandes inversiones ni maquinaria costosa. En algunos lugares, todavía se practican técnicas tradicionales heredadas de los primeros agricultores y que se han transmitido de generación en generación.
Aunque la agricultura extensiva es más sostenible que la intensiva, la baja productividad de los cultivos limita la capacidad de satisfacer las necesidades alimentarias de grandes poblaciones; en algunos lugares, la necesidad de tierras comporta la deforestación del territorio. Por su parte, la dependencia de las condiciones naturales hace que los cultivos sean más vulnerables a sufrir los efectos de las sequías, inundaciones u otros fenómenos climáticos extremos. En un contexto de cambio climático y de demanda creciente de alimentos, el equilibrio entre la sostenibilidad y el uso eficiente de los recursos como el agua o la tierra es cada vez más necesario para garantizar la seguridad alimentaria de la población, sin poner en peligro la conservación del medio.
En respuesta a la demanda creciente de alimentos y materias primas agrícolas, en los países desarrollados se desarrolla un tipo de agricultura intensiva cuyo objetivo es maximizar la productividad; es decir, producir grandes cantidades de alimentos en poco tiempo. Los sistemas agrícolas intensivos ocupan aproximadamente el 12% de la superficie agrícola del planeta, pero pese a esta cifra aparentemente pequeña, son responsables de producir alrededor del 80% de los alimentos que se comercializan a nivel mundial. Los agricultores suelen especializarse en una sola variedad de cultivo, lo que facilita la aplicación de técnicas específicas. Se utilizan fertilizantes, pesticidas y herbicidas, maquinaria moderna y recursos como el agua en grandes cantidades. Los sofisticados sistemas de riego permiten cultivar tierras que, de lo contrario, serían difíciles de aprovechar.
“ El 78% de los fertilitzantes nitrogenados y el 90% de los pesticidas
se consumen en sistemas intensivos
— Organización de las Naciones Unidas para la Alimentació y la Agricultura
Aunque los sistemas intensivos permiten obtener mayores rendimientos, lo que se traduce en unos precios más bajos, las técnicas que se utilizan conllevan un gran desgaste de las tierras y un consumo elevado de recursos como el agua. Sin embargo, menos del 20% del agua de riego llega a la planta; el resto se evapora, se infiltra en el suelo o vuelve a algún cauce, cargada de sustancias químicas que contaminan el medio, provocando desequilibrios en los ecosistemas y la reducción de la biodiversidad. El uso intensivo de estos productos también tiene consecuencias negativas para la salud humana si contaminan fuentes de agua potable o se ingieren a través de los alimentos; aproximadamente el 34% de los alimentos que se producen en la UE contienen residuos de pesticidas. En los últimos años, ha habido una creciente preocupación sobre los impactos negativos de este tipo de agricultura, lo que ha favorecido la implementación de prácticas agrícolas más respetuosas y sostenibles como la agricultura ecológica o el consumo de productos de proximidad.
