Taller de La Valletta (Malta)
En uno de los márgenes del taller, las llamas bailan y chispean en el interior de la forja, mientras calientan el metal para devolverlo maleable. El calor en la sala es intenso, y el sonido crepitante del fuego resuena entre los muros. Con unas pinzas largas, el herrero levanta con mucho cuidado una barra de metal incandescente y la coloca sobre el yunque. A base de martillazos precisos y medidos, el material va tomando forma, hasta que una nueva pieza cobra vida. Encima del mostrador hay un esbozo del diseño que el hombre sigue de reojo, pero al pie de la letra. A su alrededor, en paredes y estantes, hay cientos de herramientas: pinzas, tenazas, cepillos y otros utensilios para dar forma, texturizar y trabajar los detalles del metal.
“ El sector industrial ocupa 800 millones de personas,
el 23% de la fuerza laboral mundial
— Organización Internacional del Trabajo (OIT)
La artesanía fue el subsector secundario básico de la economía hasta la Revolución Industrial, que tuvo lugar primeramente en Europa y Norteamérica en el siglo XIX, y que después se extendió por el resto de continentes. La Revolución Industrial representó un período de intensos cambios sociales, económicos y tecnológicos. La introducción de la maquinaria y la producción en masa revolucionó la forma en que se producían los bienes, transformando las ciudades y las relaciones laborales, y sentando las bases para el desarrollo económico que caracteriza al mundo moderno. La incorporación de trabajadores que provenían de los entornos rurales contribuyó decisivamente al crecimiento de las ciudades.
Obrero en una fábrica de Kharkiv (Ucrania)
El desarrollo de nuevas máquinas y técnicas de producción permitió una reducción de los precios de los bienes que propició un acceso sin precedentes al consumo, especialmente en los hogares de bajos ingresos. El acceso a los alimentos, los medicamentos, la vestimenta o los electrodomésticos mejoró la calidad de vida de las personas. Sin embargo, la producción en masa también generó desigualdades sociales y cambios notables en las relaciones laborales. El trabajo se fragmentó en tareas específicas y los trabajadores pasaron a trabajar en fábricas bajo condiciones más rígidas y duras. Las largas jornadas, los bajos salarios y la carencia de regulaciones laborales generaron, inevitablemente, tensiones sociales y conflictos, y la formación de los primeros sindicatos obreros. La relación laboral asimétrica entre los trabajadores y empleadores ha sido un tema central en la historia económica y social moderna.
Aunque los trabajos del mundo moderno ofrecen a menudo oportunidades de desarrollo profesional y salarios competitivos, también generan debates sobre la distribución desigual de la riqueza y la explotación. Hoy en día, la ocupación industrial varía considerablemente según la región. En los países desarrollados, el número de empleados en este sector ha disminuido a causa de la automatización y la deslocalización, mientras que en las economías emergentes, como China o la India, ha aumentado significativamente a medida que estas naciones se han industrializado. Por otra parte, el avance de la tecnología y la automatización comporta la sustitución de trabajadores por máquinas en ciertas industrias, lo que genera preocupaciones sobre el aumento de la desigualdad y la pérdida de puestos de trabajo, y la necesidad de adquirir nuevas habilidades para adaptarse a los cambios tecnológicos.